viernes, 11 de febrero de 2011

Sobre Dios, Vogue y otras cosas...

El fin de la expresión, es poder comprender al otro y así mejorar nuestra realidad.
La primera vez que escuche una clase de historia, con toda mi atención posible puesta en clase, fue mientras cursaba la materia de Historia del Arte en el INBA. Es indescriptible como cultura tras cultura, me maravillaban con su cosmogonía, la situación político-religiosa y por supuesto el esplendor del arte. Fue ahí la primera vez, que entendí, que la originalidad no está en el concepto, sino en el desarrollo y en la habilidad en que se tenga para integrarla a la visión de la comunidad (que sea accesible para todos).




El arte es tan diverso e inagotable como las ideas mismas que a diario tenemos… cuando tenía como siete años, yo estaba seguro que no era como los demás niños, no me gustaba el futbol, me desagradaba bastante eso de ver caricaturas como Dragon Ball, evitaba a toda costa ensuciarme y otras tantas cosas… en cambio aprendí a disfrutar de otros placeres, como ir a clases de pintura al aire libre, vestir a las muñecas de mi hermana, con papel de colores, después de hojear Vogue, fue ahí donde esa sensación, de que algo andaba mal conmigo crecía día con día, entre otras tantas cosas…

Con el tiempo asimilé que lo que hacía no era malo. Creía en que toda mi vida tendría que ocultarme, no podía ser quien realmente soy. Durante la historia de la humanidad las creencias religiosas han cambiado, primero era mítica (pinturas rupestres), después los Griegos crearon la Mitología, para después de millones de años ser sintetizada en el Cristianismo (eso en el mundo Occidental) A partir del mundo después de Cristo (d.C.) el mundo vivo bajo conceptos, muy poco entendidos, muy abstractos (como los dos peces o piscis), pero en cambio sí muy explotados.

Vogue es la revista a la que más tiempo le he dedicado en mi vida. La Biblia es el libro más vendido en el mundo. Y ambas tienen que ver con ideas… firmes creencias. Nada entiende mejor el presente como la moda, tiene esa facilidad de cambiar en un segundo, la moda es clasista y todo el mainstream nunca pierde de vista, que por más creativa que sea, el objetivo final es el dinero. En la religión, el mito sirve como base que sustenta sus principios, el mito no tiene nada que ver con la realidad, sino con una función. Un mito (religión) no puede funcionar a menos que sea creída.




Una vez concluida la primaria, esa sensación de estar haciendo “algo malo”, acabo cuando fui conociendo más y más del mundo que me rodea. El primer chico que me gusto en serio, al que conocí después de un verano en la preparatoria, estar al tanto del barrio gay de la ciudad, tener un “mejor amigo”, fueron situaciones que me hicieron querer saber más y más. Yo no estoy en contra de que la gente crea en Dios, ni tampoco lo estoy contra esos niños que alguna vez se burlaron de que fuera “diferente”.

Pero en lo personal, prefiero creer en algo que pueda comprobar. El sol es adorado desde hace más de 10 mil años a.C., porque da calor, luz y es indispensable para la agricultura. Las estrellas que forman constelaciones, predicen eclipses y lunas llenas. La gente que hace sentir mal a otras personas es aún más complejo de explicar, pero de alguna forma entiendo su comportamiento, estamos tan educados para señalar “al diferente”.

Hay algunos días en los que me levanto y contra mi voluntad, me levanto de la cama, apago el despertador y me meto a la ducha, para llegar lo más temprano posible a la primera clase del día. Mientras estoy en el tráfico pienso recurrentemente, en cuantas ganas tengo de conocer otro país, ver otras calles, hablar otro idioma, besar a otros chicos… Medito sobre mis acciones, sobre el ser promiscuo, usar drogas (ocasionalmente) y sustentar mi vida solo en la humanidad, en las personas que durante toda la semana, hacen tráfico y que me empujan en la calle… y más seguro estoy, de que al menos yo, no necesito creer en un Dios, yo creo en la gente del mundo. Gente como tú, como yo…

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