Me di una pequeña escapada con mi novio a Acapulco. Necesitaba purgarme de mi rutina, despertar a las 5:00 am, correr al trabajo, comer a las 3:00pm, ir al gimnasio y regresar a casa. Lunes Masaryk y Reforma 222. Martes salir temprano. Viernes salir a cenar. Sábado de dormir más tarde... domingo, domingo, domingo que no me sabe a nada.
El viernes desperté con un par de grados más, me bañe y guarde mi swimwear en la bolsa de Yoyo. Las palmeras, el sol, el sol de Acapulco que ilumina todo con un filtro amarillo, el sonido de las aves, el agua tibia por tanto calor, ver mi pecho sudado, oler la brisa del mar, esa es felicidad pura.
Me sentí bien, nunca había salido de antro en Acapulco, conocí el Vayma (un must), salimos con Mary Jane el sábado en la noche, estrene mi tank top de red de H&M, lleve a Yoyo al Papagayo, camine por la calle sin playera... eso es vida.
Pero, quiero más y más...
Nunca es suficiente, quiero otro trabajo, quiero ser una parte más medular de la industria en la que trabajo, quiero tener un cuerpo de ensueño, quiero toda la ropa del mundo, quiero amar hasta el ocio a Yoyo, quiero comer todo, quiero nadar en el mar todos los días, quiero olvidar el frío del invierno citadino.
Se que se puede, solo necesito crear la forma de vivir mi vida, de tal forma en que me sienta satisfecho. Si me equivoco, si me despiden, si el amor se va, si me pongo gordo, si me quedo sin dinero, si un huracán termina con el puerto, quiero saber que lo intente.
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