¿Recuerdas cómo fue la primera
vez que escuchaste tu canción favorita?
Tal vez el ritmo del track al
inicio te parezca uno más… Hoy en día es difícil sorprender a las personas,
creemos que lo hemos escuchado todo, ya todo es un cover del cover, que
pretende sugerir ideas nuevas para las generaciones que no escucharon la versión
original. Una vez que lograste captar el hilo de lo que va el track, comienzas
a darle replay, hasta que te hayas en sintonía. Y de pronto la escuchas en la
radio con mayor frecuencia, la tarareas en todos lados y a todas horas, en el
antro un track alcanza un grado óptimo de satisfacción, es como una dosis alta
en las venas… Pero todo por servir se acaba. Tarde o temprano ese track te
cansara o en su defecto aparecerá otra opción para ser adorada.
Las relaciones son así…
Cuando conoces a alguien, hay veces en que tan solo con ver a
esa persona podemos deducir como es la necesidad de complementarse uno con
otro. Es tan relativo, como si al estar cerca de esa otra persona se activara
algo dentro de mí, tan fácil de ignorar y tan sutil, que si no estás abierto a
escucharte puedes dejar pasar una gran oportunidad. Como la primera vez que escuchas un beat un
tanto distinto a lo que estabas acostumbrado, que si no paras bien la oreja, no
serás capaz de apreciar hasta que la multitud haya terminado con el encanto de
ese nuevo track.
Hace dos años se cruzó por mi
camino un track del cual no estaba seguro si quería escuchar. De un momento a
otro, sutilmente caí en cuenta de lo que iba el beat, además que estaba ansioso
de escuchar nuevos ritmos, una cosa apareció con la sutileza de aplacar una
necesidad.
Recuerdo bien las primeras veces
de ponerle play. Todo era tan nuevo, tan honesto y claro. A veces sentía que
tanta premisa era falsa, pero también entiendo que las intenciones al principio
eran otras. ¿El cortejo entre hombres debería ser diferente al heterosexual? Si
es cierto, yo di pie al beat de pegarse en mis labios, mientras bailábamos algún
track en una noche de antro. Pero el ritmo cambio rápidamente cuando me detuve
y pedí un respiro para decir “La verdad, no te quiero querer de esa manera”
A veces me sentía como si yo,
Erick, estuviera creando nuevas versiones del ritmo original. Siempre que le
abrimos la puerta a alguien para que
conozca el interior, habrá una modificación de la versión original. Como si
tarde o temprano uno de los dos tuviera que ceder, para que esa adaptación se
complete, tal vez la manera de hablar, los lugares a los que sales, la gente
con la que te relacionas o algún hábito que cuando menos te des cuenta, ya hayas
adoptado.
Hubo muchas noches de fiesta por
toda la ciudad, no me cansaba de bailar. A veces sentía que él no se divertía como yo, cuando ponía en
on el mood shirtless, cuando tragaba un par de tachas y me disponía a besar al
chico en turno, cuando yo parecía querer vivir en el dancefloor y el en su mal
entendido concepto de “querer” se quedaba a mi lado para pertenecer a mi cotidianidad,
no quise escuchar lo que mi interior me decía.
Pero el cambio de una cosa a otra
siempre tiene consecuencias, el hecho de imitar, como cuando la hija usa los
tacones de su mamá. Yo me canse de la velocidad tan rápida a la que puse los
beats y me retire antes de quedarme en el camino de conseguir “algo” que nunca
iba a ser mío… Pero cuando yo entendí eso, la mezcla que estaba creando tomo
vida propia. Cuando yo decía “me quiero quedar en casa” el sentía que yo lo
estaba alejando de mí. Yo quería sentarme, pero el beat quería explotar…
Quise trascender esas noches de
sentirme joven y ver la posibilidad de abrir nuevos campos de ritmo. Lo intente
muchas veces, siempre era yo el que llamaba para proponer, si esto o el otro y
aun que el ritmo parecía no ir a mi paso, quise trotar para no dejarlo. Pero
una vez que pierdes el paso, no puedes volver al ritmo sin tartamudear en tus
decisiones.
Si eso era malo, la intervención que
sufrió el beat acabo por dejarme rezagado del campo de baile. Ya no era el
ritmo que aprendí a bailar, no era la misma letra que yo me sabia, ni los
descansos entre beats a los que ya me había sincronizado. Entonces deje de
interesarme por algo que supe desde ese entonces, era externo a mí y no porque
no hubiera otra opción para volver a juntarnos, es simple. El ritmo ya no quería
que yo bailara con él.
Siempre es triste aceptar que lo
que una vez sentí mío, realmente nunca lo fue. Lo sabes cuando ya no hay
mensajes para saber de ti, cuando ya no van a entrenar juntos, cuando los fines
de semana parece estar ocupado, cuando intentas hablar con él y él ya no te
quiere escuchar… Es imposible dejar de querer de un día a otro.
Tengo claro que ese track siempre
me gustara, por lo que vino a cambiar de mí. Pero también tengo claro que no
estoy dispuesto a correr para seguir un ritmo que no está interesado en mí y no
querido lector, no es algo que me esté matando en este momento, ni que me
disponga a deprimirme durante meses, ni mucho menos ponga a pensar si no soy
suficiente… Todos estamos en una evolución constante y tarde o temprano el
ritmo que tanto te gustaba te cansara o te dará hambre de algo nuevo.
Pero ese es uno de mis puntos a
resolver… soy tan intenso, que cuando algo me gusta me entrego perdidamente,
hasta aprenderme cada estrofa de ese track, la cadencia del beat, las
respiraciones de las vocales… Pero entonces persuasivo lector ¿Qué es amar si no te pierdes en el objeto
amado? Me seguiré dando de golpes en la cabeza hasta encontrar a alguien que
mezcle mi ritmo a uno en el que no importe si alguien quiere bailar conmigo o
no.
En fin, fue un placer haber
bailado contigo querido track. Qué sigue?
I found love in a hopeless place.