domingo, 23 de octubre de 2011

Friendly Ball.


¿Recuerdas cómo fue la primera vez que escuchaste tu canción favorita?

Tal vez el ritmo del track al inicio te parezca uno más… Hoy en día es difícil sorprender a las personas, creemos que lo hemos escuchado todo, ya todo es un cover del cover, que pretende sugerir ideas nuevas para las generaciones que no escucharon la versión original. Una vez que lograste captar el hilo de lo que va el track, comienzas a darle replay, hasta que te hayas en sintonía. Y de pronto la escuchas en la radio con mayor frecuencia, la tarareas en todos lados y a todas horas, en el antro un track alcanza un grado óptimo de satisfacción, es como una dosis alta en las venas… Pero todo por servir se acaba. Tarde o temprano ese track te cansara o en su defecto aparecerá otra opción para ser adorada.

Las relaciones son así…
Cuando conoces  a alguien, hay veces en que tan solo con ver a esa persona podemos deducir como es la necesidad de complementarse uno con otro. Es tan relativo, como si al estar cerca de esa otra persona se activara algo dentro de mí, tan fácil de ignorar y tan sutil, que si no estás abierto a escucharte puedes dejar pasar una gran oportunidad.  Como la primera vez que escuchas un beat un tanto distinto a lo que estabas acostumbrado, que si no paras bien la oreja, no serás capaz de apreciar hasta que la multitud haya terminado con el encanto de ese nuevo track.
Hace dos años se cruzó por mi camino un track del cual no estaba seguro si quería escuchar. De un momento a otro, sutilmente caí en cuenta de lo que iba el beat, además que estaba ansioso de escuchar nuevos ritmos, una cosa apareció con la sutileza de aplacar una necesidad. 
Recuerdo bien las primeras veces de ponerle play. Todo era tan nuevo, tan honesto y claro. A veces sentía que tanta premisa era falsa, pero también entiendo que las intenciones al principio eran otras. ¿El cortejo entre hombres debería ser diferente al heterosexual? Si es cierto, yo di pie al beat de pegarse en mis labios, mientras bailábamos algún track en una noche de antro. Pero el ritmo cambio rápidamente cuando me detuve y pedí un respiro para decir “La verdad, no te quiero querer de esa manera”

A veces me sentía como si yo, Erick, estuviera creando nuevas versiones del ritmo original. Siempre que le abrimos la puerta a alguien para  que conozca el interior, habrá una modificación de la versión original. Como si tarde o temprano uno de los dos tuviera que ceder, para que esa adaptación se complete, tal vez la manera de hablar, los lugares a los que sales, la gente con la que te relacionas o algún hábito que cuando menos te des cuenta, ya hayas adoptado.
Hubo muchas noches de fiesta por toda la ciudad, no me cansaba de bailar. A veces sentía  que él no se divertía como yo, cuando ponía en on el mood shirtless, cuando tragaba un par de tachas y me disponía a besar al chico en turno, cuando yo parecía querer vivir en el dancefloor y el en su mal entendido concepto de “querer” se quedaba a mi lado para pertenecer a mi cotidianidad, no quise escuchar lo que mi interior me decía.  

Pero el cambio de una cosa a otra siempre tiene consecuencias, el hecho de imitar, como cuando la hija usa los tacones de su mamá. Yo me canse de la velocidad tan rápida a la que puse los beats y me retire antes de quedarme en el camino de conseguir “algo” que nunca iba a ser mío… Pero cuando yo entendí eso, la mezcla que estaba creando tomo vida propia. Cuando yo decía “me quiero quedar en casa” el sentía que yo lo estaba alejando de mí. Yo quería sentarme, pero el beat quería explotar…
Quise trascender esas noches de sentirme joven y ver la posibilidad de abrir nuevos campos de ritmo. Lo intente muchas veces, siempre era yo el que llamaba para proponer, si esto o el otro y aun que el ritmo parecía no ir a mi paso, quise trotar para no dejarlo. Pero una vez que pierdes el paso, no puedes volver al ritmo sin tartamudear en tus decisiones.

Si eso era malo, la intervención que sufrió el beat acabo por dejarme rezagado del campo de baile. Ya no era el ritmo que aprendí a bailar, no era la misma letra que yo me sabia, ni los descansos entre beats a los que ya me había sincronizado. Entonces deje de interesarme por algo que supe desde ese entonces, era externo a mí y no porque no hubiera otra opción para volver a juntarnos, es simple. El ritmo ya no quería que yo bailara con él.

Siempre es triste aceptar que lo que una vez sentí mío, realmente nunca lo fue. Lo sabes cuando ya no hay mensajes para saber de ti, cuando ya no van a entrenar juntos, cuando los fines de semana parece estar ocupado, cuando intentas hablar con él y él ya no te quiere escuchar… Es imposible dejar de querer de un día a otro.

Tengo claro que ese track siempre me gustara, por lo que vino a cambiar de mí. Pero también tengo claro que no estoy dispuesto a correr para seguir un ritmo que no está interesado en mí y no querido lector, no es algo que me esté matando en este momento, ni que me disponga a deprimirme durante meses, ni mucho menos ponga a pensar si no soy suficiente… Todos estamos en una evolución constante y tarde o temprano el ritmo que tanto te gustaba te cansara o te dará hambre de algo nuevo.
Pero ese es uno de mis puntos a resolver… soy tan intenso, que cuando algo me gusta me entrego perdidamente, hasta aprenderme cada estrofa de ese track, la cadencia del beat, las respiraciones de las vocales… Pero entonces persuasivo lector  ¿Qué es amar si no te pierdes en el objeto amado? Me seguiré dando de golpes en la cabeza hasta encontrar a alguien que mezcle mi ritmo a uno en el que no importe si alguien quiere bailar conmigo o no.

En fin, fue un placer haber bailado contigo querido track. Qué sigue? 

I found love in a hopeless place. 





1 comentario:

  1. En efecto, resulta difícil el darte cuenta que lo que muchas veces creemos como nuestro, fue tan solo producto de un entusiasmo exacerbado o una imaginación muy fértil. El punto es qué tan capaces somos de reponernos a ese choque. Podemos optar por deprimirnos y estancarnos. O, por el contrario, salir adelante. Al fin y al cabo, es nuestra vida y deberíamos preocuparnos (y ocuparnos) por lo que hacemos con ella, haya o no haya un ritmo con el cual bailar.
    Me gusta cómo escribes. Me siento en parte reflejado en esto. Y bueno, te mando un saludo afectuoso =)

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